Y ahora que hago con mi vestido?

Ya pasaron 7 lindos meses desde el día en que me casé. Todo está de maravilla. He aprendido muchas recetas por YouTube, básicamente porque vengo de una extraña generación Colombiana donde nos nos importó nunca aprender a cocinar; al menos este fue mi caso y el de la mayoría de mis amigas y conocidas. Y aunque muchas de ellas aprendieron mientras, vivieron un tiempo solas fuera del país, definitivamente es ante la necesidad que sale la mejor versión de ti.

En fin, mi punto sobre este artículo no es si sé o no cocinar, es contarles lo que estos 7 meses de casada me han enseñado y ha sido a aprender a ser práctica y sabia en el uso de mi tiempo y espacio.

En cuanto al tiempo, no me desgasto mil horas haciendo oficio ni cocinando. Alguna vez me leí un libro que se llama “Manual de un Ama de Casa Desordenada”, aunque el nombre sea chistoso, la verdad me ayudó a ser organizada en cada una de las tareas que trae el hogar.

Por otro lado, en cuanto al espacio y como diseñadora de interiores, quiero que mi hogar sea un espacio agradable para mi esposo y para mi y que anhelemos y disfrutemos cada momento que juntos compartimos en él.

Sin embargo, como en toda linda historia existe un “gran pero” y el mío en su momento fue delicado, único, blanco y romántico: siii! les hablo de mi vestido de novia. Hace 7 meses fue mi cómplice número uno para decir el SÍ más importante de mi vida pero en este momento no lo es.

¡Si señores!, mi lindo vestido blanco y romántico en este momento es un estorbo y es una triste realidad. Y es a esto, precisamente, a lo que me refería con ser sabia en el uso del espacio; pues recuerden siempre que “menos es más” y el vestido de novia, en este momento, no me está ayudando a que mi closet cumpla con esta regla de diseño.

Entonces, así las cosas, tengo dos opciones: la primera es guardarlo en el sótano de mi mamá, junto al de mi hermana mayor (a la que también se le convirtió en otro estorbo) y tenerlos ahí hasta que alguna familiar cercana decida escoger cuál vestido le gusta más. Aunque si lo pienso bien, ninguna familiar o amiga cercana se va a poner alguno de los dos vestidos ya que toda la familia y amigos los vieron en nuestras bodas.

¿Cuál sería entonces la segunda opción? ¿venderlo?

Pero qué tan facil es venderlo al mismo precio del que lo compré? Recuperaré toda la inversión de éste?

El caso es que, después de pensarlo mucho, he llegado a la conclusión de vender mi vestido de novia y aunque con él tengo los mejores recuerdos del día más lindo de mi vida, también debo aceptar que el hecho de venderlo, me es más útil que seguirlo teniendo guardado sin un propósito, porque ni siquiera guardándolo para una de mis hijas, creo que para ese momento ya no va a estar de moda y seguramente no lo querrá usar.